
Mapa del Imperio Romano.

Templo de la Fortuna viril.

El teatro de Pompeya.

La casa cuadrada.

El Panteón.

Teatro Marcello.

Mesopotamia.
Primeras ciudades.
Uno de los acontecimientos más importantes en la historia de la humanidad -la aparición de las primeras ciudades- tuvo lugar en el sur de la Mesopotamia en el cuarto milenio a.C. Las primeras ciudades fueron la culminación de incrementos, en la población y en la producción agrícola. Que se habían producido desde la adopción de la agricultura como forma de vida, en oposición de la cacería. Sus numerosos vestigios dominan hoy el paisaje sur de Irak. A pesar de que estos asentamientos no reunían gran cantidad de habitantes, sí introdujeron cambios radicales en la sociedad, la religión, la política y la vida intelectual.
Las planicies fértiles y los valles regados por el Tigris y Éurantes -la Media Luna Fértil- constituían en la Antigüedad la región con el mayor potencial agrícola junto con los del Indo y los del Nilo. Los primeras comunidades agrícolas del mundo se desarrollaron ahí. Sin embargo, era una tierra que mantenía un delicado y frágil equilibrio, necesitando una defensa constante, tanto de la naturaleza como de los hambrientos predadores humanos del desierto por el oeste y de las montañas al norte y al este. A diferencia de las crecidas regulares y benévolas del Nilo, el flujo de estos ríos gemelos al subir por los montes de Tauro al este era irregular e impredecible, con lo cual se producían casi condiciones de sequía un año, y al otro violentas y destructivas inundaciones. Para mantener algún tipo de control, se necesitaban diques, canales y una organización más compleja. Fue enfrentando estos desafíos como evolucionaron muchos de los logros más significativos de los inicios de la civilización.
Economía.
La agricultura y la ganadería constituyeron la base de la economía. Gracias a la vida urbana surgen nuevos oficios (arquitectos, sacerdotes, pintores, funcionarios públicos, soldados, etc.). La industria y el comercio alcanzan gran desarrollo. Ésta última ayuda a la propagación de la cultura de los pueblos mesopotámicos por otras regiones como Asia y norte de África.La gran aportación persa en el ámbito del pensamiento la constituye la religión mazdeísta, que era dualista. Esta religión fue practicada por Zaratustra, profeta que, según la tradición persa, vivió hacia el siglo Vi a. C. La esencia del mazdeísmo la constituye la lucha entre el bien y el mal. Creían en dioses antagónicos: Ormuz, dios del bien, y Ahrimán, dios del mal. Esta lucha se lleva a cabo constantemente entre todos los seres de la naturaleza. El hombre, por tanto, participa de ella y, según sean sus acciones, así será su premio o castigo en el más allá.
El culto se hacía en altares al aire libre, donde ardía el fuego purificador. Fue en época de Darío I, cuando los magos recogieron las enseñanzas del profeta Zaratustra en el Zend Avesta, su libro sagrado.
Para los persas, la muerte era obra del mal; por eso los cadáveres se consideraban impuros y no se les podía destruir por la tierra, el agua o el fuego (elementos buenos). Flor eso se colocaban en lo alto de las llamadas torres del silencio para que fueran devorados por las aves de rapiña.
Cultura.
Rasgo destacado en la historia mesopotámica es la falta de continuidad política. Encontramos que en esta región florecieron una gran variedad de pueblos, todos ellos de lengua y origen semíticos, entre ellos encontramos: primero a los sumerios, que dieron el paso a la alta cultura; después los acadios, que asimilaron y extendieron la civilización. Más tarde los asirios recogen la herencia cultural sumerio-acadia y logran crear un gran Imperio.Egipto.
Esta situación perduró hasta mediados del siglo VI a. C., en que la situación se revirtió, bajo el reinado de Ciro II, el Grande, que venció a los medos, cuyo rey era Astiages, y los sometió a su autoridad, que fue aceptada por los medos, a quienes demostró gran respeto, incluso hacia Astiages, a quien le perdonó la vida.
Sentó las bases de un nuevo imperio al conquistar Lidia, en el Asia Menor, las colonias griegas del Asia Menor, y la Mesopotamia, conquistando Babilonia. Realizó una reforma militar, convirtiendo a la caballería en la principal fuerza de choque. Ciro falleció en el año 529 a. C., durante una campaña militar.
Egipto fue sometido bajo el reinado de Cambises, hijo de Ciro, en el año 525 a. C., quien no realizó un buen gobierno. Adoptó los dioses egipcios, a los que luego insultó, tal vez ofuscado por sus derrotas en Nubia y Cartago. A su muerte, le sucedió su primo lejano, Darío, que siguió la política de expansión territorial, restableciendo el orden interno, de modo violento, hasta que halló freno en las ciudades-estado griegas que vencieron en las guerras médicas, lo que posibilitó la conquista del imperio persa por Alejandro de Macedonia, en el año 330 a.C.
El gobierno estaba a cargo de una monarquía absolutista, con la cual colaboraban gran número de funcionarios. El territorio fue dividido por Darío en 20 satrapías, siendo las más importantes las de Lidia, Media, Asiria, Babilonia, Egipto e India, comunicadas por una gran red de caminos, contando con postas para cambiar sus cabalgaduras.
A cargo de las satrapías, estaban los sátrapas, que imponían a los habitantes fuertes tributos que servían para mantener el ejército. El pueblo persa pagaba impuestos sólo en ocasiones extraordinarias. A su vez, los sátrapas, eran supervisados por los inspectores reales, a quienes se los denominaba “los ojos y oídos del rey”.
La capital religiosa era Persépolis, construida por Darío I, y las tres capitales administrativas, eran Susa, Ecbatana y Pasargada. En todas ellas se erigieron importantes palacios para honrar al soberano.
Contaban con un poderoso ejército, destacándose la guardia real, formada por diez mil hombres (los diez mil inmortales) que realizaban la defensa del territorio y la conquista de otros nuevos, pero con una actitud respetuosa hacia los pueblos dominados, a quienes reconocieron su identidad cultural, al respetar su religión y sus costumbres. Por ejemplo, los judíos pudieron volver de Babilonia a Palestina y reconstruir el templo de Jerusalén.
Fueron influidos por los pueblos conquistados que imprimieron su cultura en el imperio persa. La edificación en terrazas fue tomada de los pueblos mesopotámicos. Las columnas fueron imitadas de los modelos egipcios y griegos.
Como en casi todos los pueblos de la antigüedad, los persas sintieron asombro hacia los fenómenos de la naturaleza, y los adoraron como dioses, aunque luego fueron creadores de una religión nueva y original, el mazdeísmo (600 a. C), por obra de Zaratustra o Zoroastro.
En esta religión existen dos fuerzas enfrentadas, por lo cual recibe el nombre de dualista: la del bien, representado por Ahura-Mazda y la del mal cuyo exponente es Ahriman. Sus preceptos constan en su libro sagrado: el Zend Avesta, donde se augura la existencia de una vida ultraterrena, luego de un juicio final, que determina la eterna morada en el cielo o en el infierno.
El conocimiento del Avesta, se obtuvo en el siglo XVII, cuando fue traducido al francés por A. du Person, comprobándose que fue escrito en diferentes épocas, por las distintas lenguas utilizadas.
Diapositivas.
Mapa de oriente Proximo.
Escritura Cuneiforme.